Equipo Whiplash, 09 de octubre de 2020
La sostenibilidad sigue siendo prioritaria para las marcas
A pesar de que el coronavirus sigue siendo el protagonista de los espacios informativos, la sostenibilidad y la necesidad de hacer cambios estructurales en los modelos empresariales para acercarnos a una economía circular siguen estando entre las prioridades de los consumidores. La industria de la moda ha sido una de las primeras en asumir compromisos para mejorar la transparencia en las cadenas de suministro y hacer sus procesos de producción más sostenibles, pero aún queda mucho por hacer.
Aunque durante casi la totalidad de lo que llevamos de 2020 la COVID-19 ha acaparado la atención, temas como el cambio climático, la sostenibilidad y la necesidad de adoptar una economía circular, siguen estando ahí. Y no sólo eso, sino que son clave para aprovechar la oportunidad que nos brinda la crisis mundial provocada por la pandemia para construir una normalidad distinta, más responsable con la sociedad y el planeta.
Esta semana, en lo que la propia marca calificó como “un ejercicio de transparencia”, MANGO publicó la ubicación de las 822 fábricas que han producido ropa suya en 2020. La información reveló que la totalidad de las instalaciones es propiedad de terceros y que más del 94% se encuentran en Asia (79,70%) y África(9,12%). Una cifra que contrasta con la que ofrecía en 2018 la responsable de RSC, Beatriz Bayo, quien afirmaba que “MANGO utiliza 1.208 fábricas, el 40% de las cuales se sitúan en países próximos a España (Europa, Marruecos, Túnez y Turquía) aunque, si consideramos el volumen de producción, el principal mercado proveedor sigue siendo Asia, mayoritariamente China, seguido de Bangladés y Vietnam”.
Durante los últimos 15 años la producción de ropa se ha duplicado gracias al modelo llamado “fast fashion”, de moda rápida y barata con tiempos de vida útil mucho más cortos. De acuerdo con el Fashion Measuring Report de 2018 de la consultora en sostenibilidad Quantis, la industria textil es responsable del 6,7% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, según datos del movimiento global Fashion Revolution, más del 34% de la contaminación global de microplásticos se origina en la industria textil.
A medida que los consumidores han ido cobrando conciencia de que sus hábitos de compra tienen consecuencias para el planeta y han ido adoptando prácticas más responsables, la transparencia ha cobrado cada vez mayor importancia dentro de la industria de la moda. Los datos, unidos a la presión ejercida por los compradores, han provocado que la industria de la moda haya sido una de las primeras llegar a acuerdos para combatir la crisis climática y proteger la diversidad y los océanos.
A mediados de 2019 la industria de la moda dio un paso al frente y 32 entidades entre las que se cuentan grandes grupos como Inditex (Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe), H&M (H&M, Weekday, Monki, COS (Collection Of Style), H&M Home, & Other Stories, Arket y AFound), Chanel, GAP y el grupo Kering (Gucci , Yves Saint Laurent, Sergio Rossi, Boucheron, Bottega Veneta, Balenciaga, Alexander McQueen, Stella McCartney, Brioni y Girard-Perregaux), firmaron lo que se llamó “el pacto de la moda”, mediante el cual se comprometían a mejorar considerablemente la sostenibilidad del sector.
No obstante, queda mucho por hacer. De momento, se ha adoptado la transparencia en la cadena de producción, haciendo público de dónde vienen las materias primas y dónde y cómo se producen los artículos que llegarán a los anaqueles. Está claro que hoy ninguna marca puede darse el lujo de no adoptar buenas prácticas en su cadena de valor porque eso implicaría recibir las críticas de consumidores y medios por igual, con el daño reputacional que eso conlleva.
Sin embargo, si los bienes se producen en países donde los derechos de los trabajadores son poco menos que inexistentes, no podemos decir que realmente estemos abrazando la sostenibilidad. De manera similar, el transporte de bienes y materiales, de un lugar a otro en la cadena de suministro, debe ser un punto clave si las marcas quieren crear un modelo comercial verdaderamente sostenible.
Pero para que esto ocurra, como señala Ángel Escribano en su entrevista en la serie Cambio positivo para el día después, las marcas deben tener a las personas como eje fundamental, no sólo la rentabilidad. “Si no tienen ese foco, si no tiene esa perspectiva, no hemos aprendido nada. No va a haber ningún cambio. Las marcas deben mirar a las personas, a los trabajadores que están dentro de su organización con verdad, que sea de verdad. Que sea con un objetivo y que el objetivo sean las personas”. Porque de lo que se trata es de garantizar las necesidades del presente sin comprometer las de futuras generaciones y esto incluye no sólo el aspecto medioambiental o el económico, también el social.
Todo esto implica que debe la sostenibilidad estar presente de principio a fin en todos los procesos que incluye la cadena de suministro. Desde la materia prima al packaging y el transporte. Por eso no puede abordarse únicamente como un factor de construcción de reputación, debe estar imbuida en la razón de ser de cada marca.